Si no se dispone de dinero suficiente para mejorar el aislamiento de la envolvente y las ventanas, mejor fijarse en cambios en el uso de los electrodomésticos y la calefacción
Ahorrar en el gasto energético de una vivienda es posible sin necesariamente dejarse un riñón en una reforma a fondo. Con tal solo unas modificaciones de los hábitos de consumo y de uso de los electrodomésticos, es posible evitar el desembolso de, al menos, unos 200 euros al año, según los expertos. Bien es verdad que, siempre que se hable de mejora de la eficiencia energética, los primeros cambios que se suelen evocar son el incremento del aislamiento de la envolvente y la sustitución de las ventanas, o la instalación de paneles fotovoltaicos, entre otros. Todos ellos suponen sin duda cierta inversión, pero existen otros elementos en lo que fijarse y que no implican un gasto excesivo.
Cuidado con los electrodomésticos
Los electrodomésticos que más contribuyen al gasto energético en los hogares son el frigorífico (662 kWh al año de media), el congelador (563 kWh), la televisión (263 kWh), la lavadora (255 kWh), la secadora (255 kWh) y el lavavajillas (246 kWh), aunque los valores reales dependerán de la eficiencia del dispositivo y de su uso, según cálculos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
Utilizar un horno de convección, por ejemplo, consume la mitad con respecto a uno convencional, aunque el consejo de la portavoz de la OCU es “no precalentar mucho tiempo y apagar unos cinco o 10 minutos antes de que acabe la cocción”. Tampoco se deberá abusar de la función grill, que consume el doble, y se preferirá un horno aislado con doble o triple cristal, ya que su gasto es la mitad con respecto a uno clásico. Una medida de sentido común será evitar colocarlo cerca del frigorífico o, en el caso de que sea inevitable, interponer un aislante. Mejor abrir poco la puerta y aprovechar para hornear varios alimentos a la vez.
En general, el gasto en la cocina será la mitad con las placas de inducción más eficientes. Ahorros importantes se pueden obtener también si se utilizan cacerolas del mismo tamaño que la placa, si esta se apaga antes de terminar la cocción, si se tapan los recipientes, si se utiliza a menudo la olla rápida y se sacan los alimentos del frigorífico antes de ponerlos a cocer. Ya que cocinar implica producir calor, otra medida que se puede tomar es bajar la calefacción mientras se cocina.
En cuanto al frigorífico, habrá que calcular una capacidad de 60 litros por persona y aprovechar el volumen, pero sin comprimir los alimentos. No se instalará cerca del horno, el radiador o una ventana soleada y se comprobará que el aire circula detrás. El termostato estará entre cuatro y seis grados. “No dejar la puerta abierta mucho tiempo y descongelar si hay escarcha: con 3 milímetros gasta un 30% más”, advierte Izverniceanu.
Lavadora, lavavajillas y termo
“Se recomienda utilizar la lavadora y el lavavajillas solo cuando estén llenos, teniendo en cuenta que gastarán un 80% de la energía en calentar el agua, por lo que es aconsejable seleccionar programas en frío o baja temperatura”, sugiere Belén López, de la empresa de certificación energética Asecener. En el caso de la lavadora, se preferirán programas en frío o bajas temperaturas, “ya que lavando la ropa a 40 grados en vez de 60, puedes ahorrar hasta un 55% de energía”, afirma. Habrá que llenar completamente el tambor de la secadora, pero respetando la carga máxima, y limpiar de pelusas el filtro y el condensador.
Izverniceanu desaconseja instalar el calentador del agua en la terraza, el sótano o el garaje y subraya que siempre se debería aislar con lana de roca y no ajustar la temperatura a más de 60 grados. “Hay que colocar un enchufe programador para calentar agua en las horas más baratas y si no se usa en 24 horas, desenchufarlo”, sugiere la portavoz de OCU.
Adecuar la caldera
En lo que a calefacción se refiere, López señala que el gasto energético depende no solo de la estanqueidad de las habitaciones, sino también de la adecuación de la instalación. En otros términos, “hay que verificar que la caldera sea tenga el dimensionamiento correcto, así como cuidar del mantenimiento de los radiadores”. En la medida de lo posible, las temperaturas serán constantes y acordes al uso que necesitemos de cada lugar de la casa en cada momento.
Se tomará en cuenta también que se puede lograr un ahorro considerable en la factura de la luz sustituyendo calderas antiguas por otras de condensación, de biomasa o una bomba de calor. “Los equipos de aire acondicionado tradicionales de split interior y una unidad exterior tienen un mayor consumo que los actuales sistemas de bomba de calor aire-aire de alta eficiencia”, destaca López.
La iluminación
La gerente de Asecener trae a colación también el papel de la iluminación. Más allá de cambiar las bombillas tradicionales con las de led, López alienta a instalar temporizadores o detectores de presencia, y agrega: “Por un precio muy bajo podemos poner atenuadores de luz que permiten reducir la iluminación de las estancias según su uso, ya que no necesitamos la misma luz en el salón para ver la televisión o en aquellas partes de la casa dedicadas a la lectura o el trabajo”.
En su opinión, existen también varias actuaciones efectivas que se pueden llevar a cabo sin que supongan una inversión económica notable. Entre ellas, destaca el hecho de “cerrar los radiadores que no utilicemos, instalar un termostato programable, desconectar electrodomésticos, bajar las persianas por la noche en invierno y por el día en verano, poner alfombras y aprovechar la luz solar”.
“Los ahorros serán efectivos si acompañamos los cambios de hábitos con sistemas muy económicos y fáciles de instalar, como por ejemplo unos parasoles regulables exteriores e interiores”, en la temporada de máxima insolación, aconseja.
Nuevas tecnologías
La tecnología también puede ser una gran aliada del usuario, gracias a la conectividad y el avance de los dispositivos de reconocimiento vocal. “Casi todos los aparatos domésticos – incluyendo el aire acondicionado, el termostato, las luces y las puertas del garaje– pueden conectarse al llamado internet de las cosas [IoT, por sus siglas en inglés] y controlarse de forma remota desde un dispositivo móvil o un altavoz inteligente”, subraya Bravo, de Lucera.
“Para tener una smart home no es necesario comprar los últimos gadgets del mercado a precios desorbitados”, aclara Bravo, “ya que simplemente remplazando los dispositivos que tenemos por otros similares con conexión, convertiremos nuestra casa en un hogar más inteligente”.
EMPIECE POR LA FACTURA DE LA LUZ
“La medida más simple y que más impacto tiene en el ahorro energético en una vivienda es conocer cuánto se consume de electricidad al mes”. Así de tajante se muestra Joaquín Coronado, consejero delegado de la compañía eléctrica Podo, para quien está demostrado que un hogar en el que todos sus miembros conocen cuánto gastan de luz mensualmente consigue ahorrar entre un 8% y un 12% de su consumo.
En la misma línea, Emilio Bravo, director general de otra comercializadora, Lucera, se dice convencido de que “tener un hogar eficiente empieza por saber cómo consumimos la energía”. Por ello, en su opinión, merece la pena volver a lo básico: leer correctamente la factura de la luz. Lo primero que se debe mirar es si el contrato pertenece al mercado regulado o libre. La tarifa que se aplica en el primero, el precio voluntario para el pequeño consumidor (PVPC) cambia cada hora en función de la oferta y la demanda. “En el segundo, se suelen ofrecer tarifas menos flexibles donde el precio de la luz es distinto al regulado, con una mayor estabilidad”, señala Bravo.
Más allá de conocer a qué corresponden cada uno de los conceptos desglosados, como el IVA, el contador, el impuesto eléctrico y el periodo de facturación, será necesario saber la potencia contratada y el consumo eléctrico mensual estimado. “Identificar todos estos conceptos es el primer paso para analizar si es necesario ajustarla a nuestro consumo”, concluye Bravo.